Conocer la leucemia infantil para atacarla de una forma más eficaz

21/02/2020

Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud de Granada

La palabra cáncer siempre genera miedo al oírla en un diagnóstico médico, un sentimiento que se incrementa cuando el paciente al que se le detecta es un niño. Si la ciencia tiene mucho camino que recorrer en el estudio de esta enfermedad, esa senda se alarga en el caso de los más jóvenes que la padecen. «Se suele tratar por igual a los niños que a los adultos, con la única salvedad de modificar las dosis. Los estudios en adultos se extrapolan a los niños, pero sabemos que el cáncer infantil es genéticamente diferente al de los adultos, que se debe más a consecuencia del tiempo, acumulaciones o mutaciones», expresa Marta Cuadros, una de las investigadoras del grupo CTS993 de la Universidad de Granada que lleva años trabajando en la regulación de la expresión génica del cáncer.

Este equipo dirigido por el Dr. Pedro Medina está centrado en el complejo remodelador de la cromatina y otros factores que pueden influir en los genes de las personas, específicamente el microRNA y los genes no codificantes. Tras trabajar con el impacto en las personas con cáncer de pulmón, una financiación de la Fundación Inocente Inocente les cambió el enfoque para profundizar en la leucemia linfoblástica pediátrica aguda, así como en el linfoma difuso de células B.

La línea de investigación seguida por los investigadores granadinos está centrada en la leucemia linfoblástica de tipo B con translocación t(12;21). «Esta en concreto tiene un buen pronóstico con el tratamiento adecuado, pero dentro de los afectados hay niños que recaen y no se sabe por qué motivo. La identificación de este gen es importante porque ayuda a identificar grupos de riesgo dentro de estos pacientes. Hemos comprobado que las personas que tienen esa translocación empeoran su estado, pero aún tenemos que averiguar la razón», afirma Cuadros.

Ese afán por descubrir los mecanismos que influyen a algunos niños con leucemia linfoblástica se topa con una dificultad añadida. «Carecemos de las herramientas para poder trabajar con ese gen, que se pensaba que formaba parte del ADN basura y del que no se conocen sus funciones. Nos da algunas pistas, pero no sirve para predecir la leucemia», advierte Medina. Eso sí, esta investigación permite «estratificar a los pacientes y tomar mejores decisiones con respecto al paciente. Es una información muy útil para determinar si has de adoptar un tratamiento más agresivo o uno más conservador».

En demasiadas ocasiones la dificultad para llevar a cabo estas investigación es encontrar un número suficiente de pacientes y muestras para que los estudios tengan validez.

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